martes, 3 de noviembre de 2020

teléfonos blancos


Vittorio De Sica y Carlo Ludovico Bragaglia han trabajado juntos puntualmente en Un cattivo soggetto (1933), pero es a partir de Pazza di gioia (Loca de alegría, 1940) que su relación se consolida, de modo que el realizador se convierte en el más asiduo en la filmografía del actor durante el periodo bélico, momento en el que De Sica también se lanza a la dirección.

En 1939 Carlo Ludovico Bragaglia rueda a ritmo frenético cuatro títulos para la productora Atlas Film de Giuseppe Gallia: Belle o brutte si sposan tutte... (Bonitas y feas se casan todas, 1939), con Maria Denis y Umberto Melnati; L’amore si fa così (1939), con Enrico Viarisio, Colette Darfeuil y Paolo Stoppa; Un mare di guai (1939), con Melnati, Stoppa y Junie Astor; y la mencionada Pazza di gioia, cuyo reparto está encabezado por De Sica y, de nuevo, la Denis, Melnati y Stoppa. Las coincidencias en este ciclo también se dan en el equipo técnico con especial relevancia en el caso de Maria Teresa Ricci, ayudante de dirección y coguionista en las cintas que realiza Bragaglia en estos años. Tras codirigir con Roberto Savarese La principessa del sogno (1942), Maria Teresa Ricci desaparece del panorama cinematográfico inopinadamente.

 

Aunque las fuentes argumentales de estas películas son diversas, Bragaglia les imprime a todas un ritmo de comedia sentimental brillante, a ratos traído de la pochade francesa y sin renunciar tampoco al slapstick. En el caso de Pazza di gioia, el origen está en una comedia cinematográfica escrita por Ernst Marischka y dirigida por Joe May en doble versión franco-alemana en 1932: Paris-Méditerranée / Zwei in einem Auto. De ella toma la anécdota de la dependienta que decide compartir vacaciones con un hombre que acaba de ganar un coche en un sorteo y al que no conoce, de lo que se aprovecha un tipo rico y espabilado que se ha enamorado de ella a pimera vista.

A partir de aquí, la fábula de la Cenicienta en su versión italiana, desarrolla la trama a partir del momento en que un aristócrata entabla conversación con el ganador del coche. Cuando la joven le confunde con aquél, decide no enmendar su yerro, fingirse un modesto trabajador e irse a la costa de vacaciones con ella. Con el dinero que recibe como indemnización, el contable emprende también viaje, alojándose en el mismo hotel que la pareja, lo que provoca el consiguiente enredo puesto que el aristócrata se ha registrado con la identidad del empleado y a su vez ha hecho que su mayordomo se registre con la suya.

La cinta suma al triángulo inicial —De Sica como el conde Valli, Maria Denis como la romántica Liliana y Melnati como el atribulado contable Aroldo Bianchi— a un celosísimo compañero de la muchacha en la tienda de discos y partituras en la que trabaja, interpretado con energía maníaca por Paolo Stoppa. De este modo, la cinta va alternando los momentos de comedia romántica y enredo —con su punto culminante en la noche que pasan en una hostería rural, donde son confundidos con una pareja en luna de miel— con las disparatadas secuencias protagonizadas, juntos o por separado, por los desquiciados personajes encarnados por Stoppa y Melnati.

El clímax tendrá lugar cuando, en un nuevo giro de identidades fingidas, Aroldo tome al conde por un ladrón de guante blanco y éste los secuestre a él y a la chica para asaltar su propia casa.

La película no oculta su vocación propagandística al colocar como motivo central del argumento el Fiat 500 “Topolino”, cuyo diseño fue promovido por el régimen fascista en 1936 con el objetivo de motorizar a la naciente clase media. En cambio, otras consignas del fascismo son objeto de burla, como el carácter idílico de la vida en el campo y la hospitalidad del mundo rural o la mujer como vientre que alumbrará buenos fascistas. No obstante, la prevalencia de la clave sentimental, el argumento del ascenso social y la ambientación de buena parte de la acción en lujosos hoteles insertan incuestionablemente Pazza di gioia en el género de “teléfonos blancos”, tolerado como válvula de escape para un público esencialmente femenino en los cada vez más sombríos tiempos que se avecinan para Italia.

La cinta llega a España tardíamente, en 1946, con el título de Loca de alegría. En ABC, Miguel Pérez Ferrero “Donald”, no puede evitar el referirse repetidamente a la película de Joe May al tiempo que realiza alguna alusión al dopolavoro, o sea, al inmediato pasado fascista de una Italia por la que ha pasado la apisonadora bélica.

Marischka reharía una vez más la película en Austria en 1951 con el viejo título, Zwei in einem Auto, aunque en Alemania fue rebautizada como Du bist die Schönste für mich, algo así como Para mí, eres la más hermosa.

jueves, 4 de junio de 2020

el profesor rosolillo


La compagnia dei matti (Mario Almirante, 1928) es la tercera película en la que Vittorio De Sica interviene como actor y sus recuerdos de la misma son funestos. Buena parte de su desagrado tiene que ver con el desacuerdo con su propia imagen en la pantalla. [Vittorio De Sica: La porta del cielo: Memorie (1901-1952). Cava de' Tirreni, Avagliano Editore, 2004, pa´g. 69.]


Después de tres años de aprendizaje teatral con Tatiana Pavlova, De Sica pasa a la compañía de Luigi Almirante, donde conoce a la actriz Giuditta Rissone, con quien termina casándose y teniendo una hija. Con el cambio de compañía pierde en la elección del repertorio, menos selecto que el de la rusa, pero gana en sueldo y, sobre todo, en la posibilidad de pulir su fuerte acento napolitano. Es algo que dominará con el tiempo; no así una mirada melancólica y sentimental que él mismo asocia a lo meridional. También por esta época le vuelve a tentar el mundo del cine... en lo económico, porque como intérprete no presenta para él el menor interés. Se trata de rodar para la Anonima Pittaluga una adaptación de una comedia de Gino Rocca Se no i xe mati no li volemo. Se trata de una tragedia grotesca cortada a medida para tres histriones de la vieja escuela. En la película los encarnarán Vasco Creti, Alex Bernard y Carlo Tedeschi. Ello son Momi, Piero y Bortolo, tres viejos amigos que en su juventud se corrieron juergas esplendorosas, pero que ahora son víctimas de achaques y mujeres derrochadoras, cuando no de terribles tragedias personales. Pero para mantener la pequeña pensión y el refugio que un viejo amigo les dejó como miembros de la Compañía de los Chalados, el abogado Giostra (Felice Minotti) les comunica que deben seguir cometiendo las mismas gamberradas que en su dorada juventud. En caso contrario, incumplirían las condiciones del testamento de su amigo y la casona donde se reúnen y la pequeña renta que les permite mantener algún vicio inofensivo pasaría a una institución caritativa. Así que ya tenemos lanzados a los vejetes por ferias y bailes de Carnaval a fin de dar escándalo y, a ser posible, conseguir que alguien les denuncie por gamberrismo. En fin, que se deslizan por una pendiente de degradación moral y ridículo que sólo puede tener consecuencias trágicas.

Porque, he aquí que, ay, Momi contrajo segundas nupcias con la lozana Irma (Elena Lunda, una de las mujeres más bellas de su tiempo según De Sica), a la que el petimetre profesor Rosolillo (De Sica) ha puesto cerco sentimental. Ella se rinde en un reservado del teatro donde se celebra el baile de Carnaval, pero el anciano marido, vestido de pierrot, los busca de puerta en puerta. La constatación del adulterio sume a Momi en un estado de delirio permanente -lo que da pie a Mario Almirante para algún experimento formal- en tanto que los amantes ven fracasada su aventura por falta de pecunio una vez que el irreflexivo Rosolillo ha abandonado el hogar paterno.

Se ruedan dos versiones de la seducción: para el negativo italiano Vittorio besa a su amante en los labios, para la distribución internacional, en el pecho.


El trabajo: cuatro días, compatibles con las funciones teatrales, a razón de cien liras por jornada. Sin embargo, la experiencia resulta negativa y está a punto de dar al traste con su futura carrera cinematográfica. “El maquillador me caracterizó fatal. Me puso unos bigotes de mandarín y yo, con mi escualidez y mis narices, aparecía tan feo como amante de Elena Lunda, que [Stefano] Pittaluga, entonces amo absoluto del cine italiano, decretó que no volviera a pisar un estudio cinematográfico”. [Vittorio De Sica / Emi De Sica y Giancarlo Governi (eds.): Lettere dal set. Sugar-Co Edizioni, Milán, 1987, pág. 32.]

martes, 24 de marzo de 2020

la leyenda de que de sica maltrata a sus actores

 

Como en sus buenos tiempos de editor para Rizzoli y Mondadori, a principios de la década de los cincuenta Cesare Zavattini es una máquina de generar nuevos proyectos. En algunos, incorpora a De Sica. O De Sica acepta participar en ellos.

Es el caso del primer Documento mensile, una especie de revista cinematográfica realizada por grandes nombres de la cultura; directores de primera línea, literatos y pintores se hermanan en una producción cuyas riendas llevan el incansable Marco Ferreri y Riccardo Ghione. Así, Luchino Visconti firma el reportaje lírico Appunti su un fatto di cronaca (Documento mensile n. 2, 1951), Antonioni un documental que intenta transmitir el vértigo que sienten los pasajeros del funicular del monte Faloria y Alberto Moravia se pone por única vez tras la cámara para adaptar su cuento Colpa del sole. El documental que debía realizar Giuseppe De Santis sobre la ocupación de tierras en Sicilia por parte de los campesinos, nunca llegó a realizarse y el de Visconti tuvo problemas censoriales que impidieron que la revista cinematográfica pasara de la tercera edición.


De Sica dirige un reportaje titulado Ambienti e personaggi (Documento mensile n. 1, 1951) en el que revisita la última escena de Ladri di biciclette en compañía de Lamberto Maggiorani, el niño Enzo Staiola y el operador Carlo Montuori. La metaficción integra parte del montaje original en continuidad con las escenas en las que De Sica ensaya, da indicaciones de interpretación, realiza observaciones sobre la continuidad de las secuencias y marca la posición de la cámara, hacia la que se dirige en una rima recurrente que sirve para marcar las transiciones. Los cambios de vestuario y clima -la pieza se rueda en verano y dos años y pico más tarde que la película- son patentes y De Sica rehúye la sutura del raccord para poner en escena su método de trabajo. Es aquí, para esta recreación, cuando le pega una bofetada –o lo simula- al pequeño Staiola, dando lugar a la leyenda de que maltrata a sus actores hasta conseguir la reacción apetecida.

miércoles, 29 de enero de 2020

vittorio en la cinémathèque


Entre el 29 de enero -o sea, hoy- y el 2 de marzo, la Cinémathèque Française dedica un ciclo a Vittorio De Sica en su doble faceta de director e intérprete: https://www.cinematheque.fr/cycle/vittorio-de-sica-553.html

El viernes 14 de febrero a las 21:30 en la sala Jean Epstein  y el jueves 20 a las 14:00 en la sala Georges Franju está programada Un monde nouveau / Un mondo nuovo (1965), el único título de su filmografía como director que se nos sigue resistiendo. La copia procede de la Cineteca Nazionale,  está doblada en italiano y se proyecta con subtítulos en francés.