El
recuerdo de ambos sobre el momento en el que se conocieron es confuso: a veces
señalan que fue en Milán, a veces que en Verona. La fecha concreta es todavía
más enigmática, pues en cada entrevista se dan años diferentes.
Nos quedaremos
con la versión según la cual los presenta Aldo Franci en 1939 porque De Sica
admira profundamente la originalidad de Parliamo
tanto di me. El escritor le pide que tome asiento y el actor, azarado, lo
hace sobre un cuadro recién pintado. Su amistad queda así sellada. En breve,
Zavattini se trasladará a Roma y De Sica se acordará de él cuando se atasque en
la escritura de Nacida en viernes,
aunque colaborará en la escritura de varias escenas y gags.