En varias ocasiones hemos apuntado la relación intermitente que Vittorio De Sica mantuvo con España, ya fuera por motivos profesionales o personales. Su presencia en Barcelona en los primeros días de 1947 fue objeto de atención por parte de los medios especializados, sobre todo, cuando aseguró que pretendía rodar al menos una película como director y otra como intérprete en España. Entre los proyectos que baraja están las adpataciones de algunas novelas de Galdós, El niño de la bola de Pedro Antonio de Alarcón y La hermana San Sulpicio de Armando Palacio Valdés, "aunque de ésta me dicen que ya hay una buena versión", afirma De Sica en referencia a la dirigida por Florián Rey con Imperio Argentina como protagonista. [Cinema, núm. 19, 15 de enero de 1947.]
Como intérprete tiene en proyecto una nueva versión de El sombrero de tres picos dirigida por Camerini, que no llegará a la pantalla hasta unos años después con el título de La bella mugnaia (La bella campesina, Mario Camerini, 1955).
—Así, ¿el proyecto concreto?
—El único proyecto realmente concreto por el momento es el de hacer films de calidad internacional, que puedan gustar en todos los países. En este sentido, y sobre todo como director, tengo ya algunas felices experiencias; sobre todo mi última película “Sciuscià”, un tema de pilluelos, pequeños limpiabotas, que está obtenido un éxito grande en París, donde se presentó en el Palacio Chaillot, en Londres y en Nueva York.
—¿Qué conoce usted de cine español?
—Muy poco, porque a Italia ha llegado muy poco. De vuestros directores el que considero mejor es Florián Rey; su Aldea maldita me pareció admirable. De todos modos, repito, conozco poco y no he visto nada de sus directores más jóvenes.
—Advierto en sus respuestas que el cine le interesa principalmente en el aspecto de la dirección.
—Así es, en efecto. En Espata me conocen exclusivamente como actor y por cierto con una estimación que agradezco muy de veras; pero en Italia soy más conocido como director. [Cinema, núm. 19, 15 de enero de 1947.]
Aunque el periodista que realiza la entrevista parece atribuir los siete días de viaje de Italia a Barcelona al clima de posguerra que vive Europa, lo cierto es que el paso por Francia en compañía de Peppino Amato y María Mercader se salda con varias noches de ganancias y pérdidas en todos los casinos que encuentran a su paso por la Costa Azul. En la Ciudad Condal les aguarda Rosario Pi, que fuera valedora de María Mercader en sus primeras incursiones en la pantalla en España y en sus clases de teatro en París con Louis Jouvet durante la Guerra Civil.
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