Adiós, juventud (Noi siamo le colonne, Luigi Filippo
D’Amico, 1956)
Cuando
le ofrecen representar un papel de padre no en el teatro sino en la vida real
–“la vida es el espejo del teatro y el teatro es el espejo de la vida”– pone
una única condición: “Esta noche, de modo excepcional, me presento en una
función de avanspettacolo en el Cine-Teatro
Aurora”.
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