-Tu primer beso fue para mí, también para mí exhalarás tu último suspiro.
El recuento de Pierre arranca en el taller de modista de su madre. Es así, como apenas pasados dos minutos de película irrumpe Vittorio De Sica en la gran pantalla. Interpreta a Pierre de joven, vestido de uniforme. Besa y abraza a su madre para celebrar que ha recibido un premio de escultura y que, a partir de ese momento, podrá entrar como aprendiz en el taller del padre de su condiscípulo Constantino Ritz (Alfredo de Antoni, que también ejerce las funciones de director).
La acción se traslada de este modo a un parque, donde el joven Pierre muestra algunas estatuas a su madre y le presenta a su compañero. Éste y su padre les llevan al estudio, donde el joven sigue mostrando el cariño que siente por la autora de sus días y la admiración que despierta en él el trabajo artístico de Tomasso Ritz.
De vuelta en la celda, un fragmento del manuscrito nos habla de su rápido ascenso en el taller de escultura y de la amistad fraterna que le une a Constantino, su compañero de instituto, aunque éste haya elegido la carrera diplomática. La nueva vuelta al pasado nos muestra a un escultor más maduro, interpretado ya por Gustavo Serena y escamotea al joven De Sica. Tres escenas por tanto, en las que vemos un físico aún indefinido y un constante volver la cabeza a un lado y a otro, fruto de la inexperiencia o de la timidez, quién sabe.
Il proceso Clemenceau es una adaptación de la novela de Alejandro Dumas hijo, del que la Bertini y Serena ya habían realizado una inevitable versión de La signora delle camelie en 1915 para la productora romana Caesar Film, una de las primeras productoras italianas por volumen de producción durante la Gran Guerra, gracias, sobre todo, al auge del fenómeno divístico en torno a Francesca Bertini.
Dos copias en nitrato conservadas en las filmotecas de Zaragoza y Valencia sirvieron en 1993 para la restauración de esta película con la colaboración de la Cineteca di Bologna.