Con el paso de los años la violación
de una niña de doce años quedará soterrada bajo la ofensa a la corrección
política que supone que los autores del estupro sean marroquíes. No es un
problema nuevo, porque el asunto ya provocó más de un dolor de cabeza a De Sica
durante el rodaje.
La ciociara es una coproducción con Francia y los franceses
objetan que en el jeep que abre la comitiva vayan dos oficiales de esta
nacionalidad. De hecho, se ruedan dos versiones de esta secuencia por si
hubiera problemas con la censura gala. En la destinada a este país los
violadores serán indios, aunque esto podría levantar las iras del gobierno
británico.
A la escena de la violación
le siguen las de los insultos a los oficiales franceses –que convierte en
imagen icónica a Sofía Loren arrodillada en una carretera polvorienta con
Eleonora Brown al fondo, dándonos la espalda–, la del río al que Rosetta ha
bajado a lavarse y no a acabar con su vida como temía su madre, y la del
camión, con el conductor Florindo (Renato Salvatori) al volante, Rosetta
abismada en sí misma y Cesira llorando contra la ventanilla.
Esta secuencia es el
único exterior rodado en estudio y con retroproyecciones, algo que De Sica
había evitado desde el desastre de Milagro
en Milán pero que en esta ocasión le sirve para concentrarse en las
interpretaciones. De hecho, una vez terminado el rodaje asegurará que el plano
de la Loren llorando es lo mejor que ha hecho nunca.