Decía Manuel Summers que su paso por el Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas fue una interminable sucesión de proyecciones de Ladri di bicciclette (Ladrón de bicicletas, Vittorio De Sica, 1948). Incorporado al centro dos años después que Summers y sin llegar a obtener el título, Josep Maria Font Espina rindió su particular homenaje a la película fundacional del neorrealismo y en su práctica de segundo curso, Después del fin (1959), decidió hacer bueno el final esperanzador que la censura española había impuesto a la cinta de Zavattini y De Sica.
Antonio Ricci y su hijo prosiguen en su vagabundeo por la ciudad en busca de trabajo. Se detienen en una de esas atracciones de descampado que eran frecuente decorado en los trabajos de la Escuela de Cine. Padre e hijo echan una mano al feriante, lisiado y aficionado a la bebida.
En agradecimiento, el feriante le regala a Ricci su vieja bicicleta... El ejercicio de cinefilia de Font Espina tiene también mucho de parábola evangélica en la que quien da sin esperar nada a cambio recibe su recompensa.
Después del fin se puede ver aquí: https://filmo.platfo.es/content/escuela-de-cine/despues-del-fin/play